
Un vals en la noche
La pantera de African Leather
y el oso de Russian Leather
Explora la geometría de París en un baile.
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Se ha instalado aquí, en este jardín accidental y un tanto salvaje, una vía férrea abandonada cubierta de vegetación. Descansando en un viejo banco del parque, repasa parte de su vida. Extendida antes del tiempo, viéndolo pasar lentamente. Los pájaros vuelan en círculos y, como atraídos por el aroma balsámico de los árboles, besan suavemente las puntas de sus ramas. A sus pies yace un lecho de hojas amarillas y rojas, el fruto del otoño en todo su radical esplendor. De repente, un secreto ondula por su piel. ¿Será esta la mano de la felicidad que viene a acariciarla?
La reina pantera se inclina y hunde la cabeza entre las hojas para inhalar su aroma. Se siente bien. Excitada por este descubrimiento, se deja caer del banco y rueda por el suelo, como para absorber aún más su aroma. Tras un instante, se detiene y recupera el aliento. Entonces, hunde suavemente la pata en su pelaje, provocando un escalofrío que recorre su cuerpo, revolviendo su piel. Y empieza a aspirar el aroma de su pelaje... Como si desenterrara nuevas notas en lo más profundo de sí misma, como si hubiera encontrado partes desconocidas en su carne. ¿No era esta la música que llevaba tanto tiempo buscando? En cualquier caso, le ha cogido el gusto. Una sensación intensa que abre nuevos paisajes. Y se intensifica en la noche. Un fuego salvaje en la espesura de su cuerpo. Durante tanto tiempo había buscado una nota que no encontraba, durante tanto tiempo había buscado un secreto en lo más profundo de su carne que la ayudara a abrazar su esencia. ¿Qué susurraban las hojas para despertarla de esa manera?
Una pata en el aire, luego la otra. La reina pantera navega en una ola sensual, danza sin inhibiciones, como si estuviera en una sabana infinita. Envuelta en la fragancia del placer. Su cuerpo, impulsado por las estrellas, despierta a la noche.
La reina pantera muestra nuevos movimientos, baila como loca. Deja la línea de tren de Petite Ceinture y toma las calles. Su piel se conmueve lentamente con un aroma e irradia la oscuridad. Su cuerpo se despliega, se libera, mientras coreografía un ballet solar en la noche. Un coche pasa y ella salta encima para continuar su espectáculo. Luz roja. Baja de un salto. Continúa su camino, mientras su aroma flota por todas partes. La reina pantera baila, y su vals ilumina el rostro de París. Dispersa vibraciones, como algo de otro mundo que viene a sacudir la ciudad. En sus andanzas nocturnas, se encuentra con un oso meditando al pie de la pirámide del Louvre. Está cautivada por esta forma. Ni cúpula ni glaciar. Pero algo que brilla, como una escultura de hielo. Un ser mágico con una calidez y un olor no identificados.
La reina pantera se acerca al oso. Empieza a bailar frente a él, como una invitación a participar en su luminoso vagabundeo. Cabalga alrededor de la pirámide, con gestos más amplios y amplios. Cautivado por su balanceo y embelesado por su aroma, el oso se deja llevar por su danza. Salta de donde yacía y se une gradualmente a la sensual actuación de la pantera. Juntos, se embarcan en una aventura compartida en la noche.